El bosque encantado de “Marrón Glacé”
Amparo de la Gama
Tomar la golosina más “chic”de los paladares invernales en un oasis de lujo en medio del Valle del Genal, es el sueño de cualquier sibarita. El bombón de castaña se ha extendido por el resto del mundo como una extraordinaria delicatessen. E
Ignacio Pérez, el empresario responsab
La ruta de los castañoss
La ruta del bosque del Marrón Glace se iniciaen Ronda. Desde la cima de la ciudad se empieza a serpentear pequeñas carretera que conducen hacia Alpandeire, Cartajima, Faraján, Igualeja, Júzcar, Parauta y Pujerra, poblaciones serranas que pueden presumir de sus castaños, y esculpen al paisaje latextura de los colores otoñales. En este recorrido el primer pueblo con que nos encontramos es Alpandeire, patria chica de Fray Leopoldo, que cuenta con un monumento dedicado a este religioso a la salida de la población. También llama la atención la iglesia, que por sus grandes dimensiones es conocida en la zona como ‘La catedral de la Serranía”. Siguiendo la carretera estrecha y llena de curvas llegamos a Pujerra, aquí se encuentra una cooperativadesde la que se exportan las castañas a todos los lugares del mundo. La carretera va trazando una línea divisoria en las montañas: por encima deja un terreno pelado y grisáceo, y justo montaña abajo, la rica vegetación en torno al río Genal, da paso alos huertos y castaños. Siguiendo esta ruta del castañar llegamos a Cartajima donde hay restos de un castillo árabe que se pueden observar desde la misma carretera. Por laotra parte esta Parauta, famosa por sus alfombras artesanales y por haberse convertido recientemente en el primer pueblo ecológico de la provincia, así como por sus pinsapares. A pocos kilómetros nos topamos con Igualeja, que es el pueblo más grande del Alto Genal y de la ‘Ruta de los Castaños«. En este municipio tiene su nacimiento el río Genal, que recorre gran parte de la Serranía antes de unirse al río Guadiaro. El manantial se encuentra situado a la entrada del pueblo y este paraje se convierte en un lugar de descanso y de relax obligado para el viajero. Del interior de su gruta borbotea agua cristalina, que se concentra en unas balsas con pequeñas cascadas. Es el momento de llenar los cuencos de la mano con sus aguas y de saborear sin prisas el frescor y la pureza de las montañas.
Descanso en Resort Mountain
“La ruta de los castaños” es ideal hacerla durante un fin de semana. Dos días es suficiente para recorrer los pequeños pueblos blancos esparcidos por sus laderas. En la mayoría de las poblaciones existen hoteles y casas rurales para pasar cómodamente la noche. Pero si hablamos de uno de los lugares más espectaculares para recalar, donde se pueden observar las estrellas con telescopio en su suite Galileo Galilei ese es “Resort Mountain” a medio camino entre todo el esplendor el valle y con las comodidades más vanguardistas de la zona: sala de cine, chimenea, suelos radiantes. Este alojamiento rural, con 7 habitaciones dobles, decoración thailandesa, domótica, jacuzzi exterior, sauna, personal de servicio puede oscilar entre los doscientos euros por noche. Al lado hay una pequeña casita que puede alojar hasta seis personas, con un patio comunicado y cocina independiente, ideal para parejas, familias, amantes de la naturaleza. Los creadores de este espacio también han edificado alrededor de este hotel “boutique”, dentro de la finca de cuatro millones de metros cuadrados, un centro de “team building” y un club de inversores en un espacio diáfano y abierto a la Sierra, con mesas de trabajo, wifi, proyección y sonido de alta calidad, para networking que se puede compaginar con el ocio de la zona.
Los caldos del Monasterio de los Descalzos Viejos
Cerrando la ruta nos topamos con el monasterio de los Descalzos Viejos un santuario que alberga una de las bodegas mas conocidas de la zona. Este remanso en medio del valle se remonta al siglo XVI, cuando fue construido originalmente como un monasterio Trinitario. Las familias Retamero y Salesi compraron la propiedad en 1998 y lo restauraron desde un estado casi de abandono. El proyecto dio lugar a la recuperación del convento y sus hermosos jardines, huertas, estanques y fuentes. Lo más notable, los frescos originales en el altar mayor se descubrieron bajo capas de piedra caliza por casualidad, después de haber sobrevivido a la humedad milagrosamente. Hoy los frescos brillan y acompañan como elemento decorativo a las barricas y tanques metálicos rebosantes de vino, en una fusión de lo antiguo y lo nuevo. El nombre dado a esta bodega tienen también su propia historia, Descalzos Viejos hace referencia a los ancianos monjes Trinitarios, los cuales cultivaban sus tierras con pies descalzos. Ahora sus caldos han marcado tendencia: una perfecta conjunción que se amalgamacon los sabores del marrón glace, un trocito del alma del bosque.