El principe Hubertus de Hohenlohe en Encuentros en Marbella

octubre 17, 2019 Amparo de la Gama

(A Gama) Marbella recuperó por unas horas ese aire chic que sólo saben darle los Hohenlohe atrayendo a ese minúsculo reducto a aristócratas sedientos de luz y buena vida. El motivo de concentrar tanto glamour fue el Foro de Encuentros en la Caseta del Casino de Marbella con el heredero del imperio “Ole Ole”, Hubertus de Hohenlohe. “Hemos querido recuperar lo que fue la historia de este hotel con un concepto muy cool. He decorado las mesas, los tapetes, las fotografías y Simona, mi mujer, ha abierto una tienda. Quiero que la gente se sienta como si aún estuviese aquí mi padre”, dice Hubertus. Y lo consiguió.

 

Sin políticos, sin nuevos ricos que pretenden envilecer la ciudad. Hubertus ha heredado esa especie de radar que tenía su padre para detectar a los horteras y neutralizarlos por el efecto buganvilla.

 

Por unas horas la decadencia de la ciudad se ancló en el olvido y, aunque sólo fuese a través de proyecciones en sus inmaculadas paredes, se pudieron ver los últimos vestigios de la aristocracia centroeuropea que echó raíces en Marbella casi en tiempo real. Allí estaban los burritos deambulando por la Finca Santa Margarita al lado de esos aristócratas que no necesitaban cordones en los zapatos para tener entidad propia. Al acto acudieron Gunilla Von Bismarck, que acaba de ser abuela otra vez de “un pequeño Luisito” como su abuelo, y también Philippe Junot y el conde Rudy.

 

La familia del Príncipe “Olé, olé” (como rebautizaron a los Hohenlohe en Marbella) y los íntimos se reunieron en el Marbella Club, ese núcleo por antonomasia de la historia de Marbella, para celebrar el nuevo concepto low cost que hará posible que gente de todas las clases sociales puedan asomar su cabeza por este santuario de la jet para tomar un piscolabis asequible a cualquier bolsillo. El Patio cuenta con una carta perfectamente diseñada con precios de tapas a 5 euros o cócteles de supervivencia de aloe vera a 10. Los tiempos están cambiando y los aristócratas pioneros de esta costa son conscientes de ello.