(Amparo de la Gama) Anita Delgado, la ‘Princesa India’, nunca fue profeta en su tierra. Pero un siglo después ha conseguido el apoyo unánime del Parlamento Andaluz. Anita «fue una mujer adelantada a su tiempo, que logró realizar actividades vetadas a la mujer a comienzos del siglo XX en la India, gran pionera y gran feminista«. Así argumenta su reconocimiento la cámara andaluza, en defensa de una mujer vilipendiada en su momento.
Bellísima y de enorme carisma, Anita Delgado Briones, que enamoró a Jagatjit Singh durante una actuación en el café bar madrileño Central-Kursaal, llegó a casarse y tener un hijo con el Maharajá. Escandalizó y provocó admiración por igual entre los embajadores y príncipes de la India británica y vivió su gran amor secreto hasta las últimas consecuencias, según relatan los documentos de la época.
Uno de sus principales estudiosos es el premio Planeta Javier Moro. El escritor, que ha conseguido inmortalizar a este icono del panorama internacional con su novela ‘Pasión India’, que vendió mas de un millón y medio de ejemplares, nos acercó en su best seller a este inmemorial personaje, que hizo la boda del año con el maharajá de Kapurthala en 1908. El escritor llevó el libro también a las bibliotecas británicas, con una edición en inglés que ahora se reedita y que enamoró al pueblo que dominó a la India con esta historia de amor y traición, que se desgranó durante casi dos décadas, en el corazón de un país a punto de extinguirse.
En una entrevista, que el premio Planeta mantiene con Vanitatis, explica que la bailarina malagueña que se convirtió en princesa de la India le ha marcado en su trayectoria como escritor: “Antes de escribir ‘Pasión India’ yo ya había publicado cinco libros. Pero este libro tenía un elemento de ‘fairy tales’, que llaman los ingleses, de cuento de hadas, de pobre niña española que acaba siendo Cenicienta. Hay el elemento Cenicienta, arquetipo que suele funcionar, y luego está un decorado muy exótico y una historia de amor que le da fuerza”.
Javier Moro, gran conocedor de la India, descubrió la figura de Anita Delgado mientras se encontraba cubriendo los desastres de Bhopal. “Aún lo recuerdo como si fuera ayer. En un cóctel al que asistí, conocí a la prima del maharajá de Kapurthala, que me empezó a hablar de esta fascinante mujer. Ahí fue cuando descubrí que había una historia muy interesante que me permitía contar toda una parte de la historia de La India que a mí me interesaba mucho, que era el tema de la dominación inglesa. Empecé a visitar los lugares donde estuvo Anita y a hablar con familiares, sirvientes y gente que la conoció. Más que una historia de amor fue una historia sobre una India que ya no existe, la del final del imperio británico, que me parece fascinante. Quería darme el gustazo de escribir algo que no tuviera una carga socia, tan fuerte como la de mis otros libros, que hice para aportar mi granito de arena a causas diversas y olvidadas. Pensaba que sería un libro de transición hacia otros temas. Y así fue”.
La mayoría de los españoles descubrieron a Anita Delgado gracias a Javier Moro. Un personaje totalmente olvidado, una mujer avanzada a su tiempo: “Desde el principio a mí me fascino de Anita su arrojo. Ella era una andaluza salerosa, que vio cómo su destino cambió para siempre cuando su mirada se cruzó con la de Jagatjit Singh. Ella llega a Kapurthala con 17 años, en 1906, y quedó magnetizada por todo aquel boato. Convertirse en princesa fue muy fuerte para una niña que actuaba como bailarina telonera en Madrid. Ella era muy libre, muy lista, con la gracia andaluza de su Málaga natal, y se adaptó bien a las circunstancias. Aunque tuvo mucha oposición interna en la corte y con los mismos ingleses”.
Ahora, Javier Moro aplaude la iniciativa que ha tomado la comisión de Cultura y Patrimonio Histórico del Parlamento andaluz, aprobando por unanimidad, la semana pasada, una proposición no de ley (PNL) presentada por Ciudadanos (Cs) para reconocer la figura de la malagueña Anita Delgado. “Fue una mujer ninguneada por la historia a la que no le dieron jamás su lugar. Ya era hora de que se le hiciera una distinción pública, y si encima es el gobierno andaluz, con mucha más fuerza este reconocimiento”.
Paralelo a este reconocimiento, Moro edita de nuevo ‘Pasión India’ en inglés. El ganador del premio Planeta por la novela ‘El imperio eres tú’, quiere ahora que el pueblo británico conozca mejor a Jagatjit Singh, maharajá de Kapurthala, título equivalente a príncipe o monarca de un estado de los que formaban la India, y el amor que le profesó a Anita Delgado, a la que conoció en un teatro de variedades, donde la malagueña, junto a su hermana Victoria, actuaban como el dúo de baile Las Camelias.
Su infancia la habían pasado en Málaga, donde sus padres tenían una cafetería, La Castaña, pero tras varios problemas económicos viajaron a Madrid. El maharajá no lo tuvo fácil. Tras sentir un flechazo por la joven malagueña, comenzó un cortejo que no daba frutos, ya que se encontraba con la oposición de los padres de la bailarina, que no veían sensato que su hija se marchara al otro lado del mundo. Su interés amoroso por Anita Delgado no mermó, y con una serie de cartas de amor pedía a la bailarina que se casara con él. Hasta Valle Inclán en su día ironizaba con esta frase: «Casamos a una española con un marajá indio, van a India. Allí, a instancias de Anita, el marajá arma la sublevación contra los ingleses, libera India y nos vengamos de Inglaterra, que nos robó Gibraltar».
Cuando la familia de la malagueña y la del noble indio se pusieron de acuerdo, hubo dos casamientos. Una boda civil en París en 1907, donde en la ciudad del Sena, Anita como maharaní de la India, comenzó su preparación para su vida en el país asiático. Aprendiendo inglés, el dialecto local de su marido, protocolo y vestimenta. Y un año más tarde se celebró la boda por el rito sij, la religión de la familia, que duró 10 días, en el palacio en Kapurthala, donde el maharajá había construido un palacio réplica de Versalles para su quinta esposa.
En uno de los libros que escribió la misma Anita, decía: “Yo hago lo que un hombre. Pinto acuarelas, escribo cuentos, voy de cacería, juego al tenis, al golf, al billar…, bebo champán, bailo flamenco y visto a la europea. Soy motivo de escándalo, pero qué importa. Viajo sin parar porque este país es de alucinar. Es como si visitaras otro planeta. Tengo suerte de tener un marido moderno, porque yo no podría resistir ni 24 horas de vida en esta cárcel dorada». Comenzó así una vida de lujos, viajes por Europa y Estados Unidos. Y así, en 1908 llego a sus vidas su hijo, Ajit Singh.
El final de su matrimonio
La intensa vida de Anita, que también estuvo marcada por la I Guerra Mundial, que vivió en parte desde Europa, ya que el maharajá pertenecía al ejército británico, también estuvo manchada por la tristeza y por el aborto de un hijo que la sumió en una depresión, unida a la muerte en 1918 de su hermana Victoria a causa de la gripe que asolaba el mundo. Este duro trance, la hizo abandonar la India. La interrupción de su embarazo le provoco “mucho miedo”, según nos explica Javier Moro. Una fuerte infección la tuvo varias semanas ingresada en un hospital, y cuando salió descubrió que su marido tenía como amante a una de sus amigas. Estos hechos provocaron la salida definitiva del palacio de Anita. Además del final de su matrimonio.
Anita siempre fue fiel creyente de su Virgen de la Victoria, patrona de Málaga, y cuando el parto de su primer hijo se complicó, ella hizo una promesa: le prometió a su Virgen de la Victoria que, si salía de ese trance, le regalaría el manto de ceremonia más bonito que jamás se hubiera visto. La joya se la envió de la casa de modas de París Chez Paquín, el Dior de la época, y ahí luce en el camarín acompañando a la imagen de la Virgen de la Victoria, y convirtiéndose en uno de los objetos más preciados en el ajuar de la patrona de Málaga, no sólo por el valor económico de una confección única para la época, sino por la historia que acompaña el regalo.
En el año 1927, fecha del obsequio del manto, seguía habiendo muchos recelos hacia su figura: su boda con el maharajá de Kapurthala en la India por el rito sij era interpretada por la sociedad malagueña de principios de siglo XX como una traición a la fe católica, un estigma que la acompañó hasta la muerte. Javier Moro explica a nuestro medio: “Tras su fallecimiento, hubo pegas para que fuera enterrada en un camposanto porque era un personaje impío. Luego se la enterró en el Sacramental de San Justo, San Millán y Santa Cruz, parte del cementerio de San Isidro donde también se encuentran las tumbas de José de Espronceda o de Larra. El manto con el que la maharaní cumplía su promesa con la Virgen también fue guardado en un cajón durante años, ya que las camareras de la época no veían con buenos ojos aquella donación pagana”. Los mismos cofrades de la Virgen de la Victoria quisieron tirarlo al mar, y tuvo que ser el obispo de la época el que tuvo que rescatarlo, consciente del valor de la prenda.
La insólita historia de esta joven bailarina de flamenco y cantante de cuplés, que causó furor en la España de los años 20, no solo ha dado lugar a novelas biográficas y documentales. Cuando el libro se publicó, Penélope Cruz adquirió los derechos para convertir en ‘hit’ cinematográfico el best-seller de Javier Moro. La actriz quedó fascinada con este personaje y en su día hasta se anunció en el diario ‘Times of India’ que Cruz viajaría a India para buscar localizaciones para la película ‘La princesa de Kapurtala’.
Pero ese rodaje nunca se llevó a cabo. Aunque inicialmente la actriz había comprado los derechos de la novela ‘Pasión India’ para llevarla al cine, al final caducaron. Los herederos de los maharajás de Kapurthala, en la India, amenazaron con una guerra en los tribunales para impedir que Cruz llevara al cine la vida de sus antepasados como la reflejaba ‘Pasión India’ de Javier Moro. En su día, Shatrujit Singh, heredero del maharajá de Kapurthala, no ocultó su ira contra el premio Planeta, al que acusó sin tapujos de “mentiroso” y de haber “humillado la memoria” de su antepasado. En un comunicado, se informó: “No tenemos nada contra Penélope, a la que seguramente Moro ha desinformado. Nosotros estaríamos encantados de que protagonizase una película sobre la vida real de la princesa Anita, pero no esta basura. Y así Singh nos privó de ver a una Penélope Cruz a lomos de un elefante entrando triunfal, como una auténtica Anita Delgado, en la India de los Marajás.