(Amparo de la Gama) Carlota Ciganda ya cuenta con otra copa más en su estantería de galardones. El último trofeo lo celebró este domingo con su primer Open de España en el Andalucía Costa del Sol, el último torneo del Circuito Europeo femenino de golf. A la navarra le cuesta decir adiós a este año lleno de éxitos. Así cierra la quinta victoria en el último capítulo del año del Ladies European Tour, después de un 2021 en el que terminó en la vigésima novena posición en los Juegos Olímpicos de Tokio y donde fue campeona europea en la Copa Solheim. Todos la aclaman ya al grito de la «nueva Rahm del golf femenino en el mundo”. Carlota, atiende en exclusiva a Encuentros, después de su triunfo en Marbella: “Estoy feliz por esta victoria, pero aún nos queda mucho por hacer. La visibilidad de las mujeres en el golf es muy lenta, pero poco a poco vamos consiguiendo estar ahí”.
La navarra, de talante contundente en el campo, no escatima ni un golpe, aunque de pequeña iba para futbolista: “Mi tío es entrenador de fútbol y siempre me ha gustado mucho el balón, de hecho sigo jugando en pequeños torneos en mi tierra en los ratos libres”. Su padre, Jesús, que se asoma a la entrevista, nos precisa que “era la mejor en el equipo de los chicos que jugaban en el equipo. Su tío, mi hermano, Cuco Ciganda se encargó que fuera así”. La pamplonica en su línea de mujer competitiva, sustituyó al final el balón por los palos de golf. «Bah, un pequeño cambio dejas una pelota grande por otra más pequeña”, afirma con una sonrisa. Y fue entonces, cuando el deporte se convirtió en algo más que un juego de niños. Hoy, todavía no se cree que sea la mejor golfista española del momento, en una élite dominada por las jugadoras asiáticas.
Su amistad con Rafa Nadal
“Antes era muy agresiva en el campo, ahora ha aprendido a medirse y eso le ha beneficiado en el juego”, precisan a este periódico su entorno. Como cualquier deportista de élite, Carlota tiene sus rituales, como en el lanzamiento de la bola, cuando la navarra siempre patea el césped varias veces antes de realizar la acción. Es de las que piensa que los rituales son necesarios como decía Saint- Exupery en ‘El Principito’. A Carlota le encanta leer y si son libros de psicología, mejor que mejor. “Mi autor favorito es Javier Iriondo, un gran coach con un pasado como deportista profesional en USA, que en sus escritos nos infunde valor. Creó la empresa GolfPlus, relacionada en distintas áreas al mundo del golf y todo en sus libros son lecciones”.
La navarra acaricia todo lo que tiene que ver con el golf. Es su vida dentro y fuera del campo. Su novio James también vive entre palos, residiendo juntos en Arizona: “Estoy muy enamorada. Es inglés y es caddie de otro golfista. Juntos nos complementamos”. Carlota habla sin tapujos de la maternidad en el mundo del deporte, comentando que, aunque no es el momento, sí está en sus planes el ser madre. Ella, como dice su padre, “es muy de estar en casa, quiere mucho a los suyos y tiene gran amor a su tierra. A pesar de llevar desde los 18 años en los Estados Unidos, intenta siempre venir una vez al mes a casa. Necesita la comida de Chus, mi mujer y los paseos por la montaña”. El que fuera empresario de la fábrica La Vaca que ríe, cuenta como anécdota que cuando su hija viaja por el mundo, se acuerda tanto de la familia «que me busca en cada país las etiquetas de estos quesitos para traérmelas. Es un amor de hija, de la que estamos muy orgullosos”.
Ahora que suben de nuevo las cifras en la pandemia, Carlota se quedará en España a descansar tras el término de la temporada. Ella superó el covid en julio del 2020 en su apartamento de Scottsdale (Arizona): “Se pasa fatal. Yo supe pronto que era el coronavirus porque me empecé a sentir muy mal, con dolores en los brazos, cuello, cabeza… Comencé a tener fiebre todas las noches, apenas podía dormir y, además, la pulsera Whoop que llevo, registraba valores extraños en el baremo de respiraciones por minuto”. Ahora da gracias de poder reencontrarse con el público, ya que le encanta sentirse arropada por sus seguidores. La navarra no se sonroja cuando alguien la cataloga como “la Ballesteros o la Rahm femenina”, es conocedora de su garra, y de esa impronta que la diferencia del resto de las jugadoras en el campo. Eso si, y casi nadie lo sabe, la pamplonica jamás ha corrido en los San Fermines: “Uff que susto -sonríe- eso es otra cosa, se lo dejo a los más valientes