(A de la Gama) Es pura luz y se llama María de la Luz. La hija de los marqueses de Caicedo, es un referente indiscutible en la aristocracia española, por haberse esculpido un nombre propio. Huye de epítetos como: “princesa flamenca”, “duquesa de Tarifa “ o “mujer de…”’. Casada con Pablo de Hohenlohe y muy próxima al mundo del arte. Es la organizadora del Trocadero Flamenco Festival, en Sotogrande, además de compaginar estas tareas con las de terapeuta de desarrollo transpersonal e instructora de meditación. María del Prado nos concede a Encuentros una entrevista, en la que nos cuenta en exclusiva, que en octubre se publicara su primer libro y está feliz de haber llevado a cabo este sueño: “Me encuentro en una época que yo creo que es la mejor de mi vida porque hago lo que me gusta. El éxito de sentirme llena creando, me hace feliz. Al margen de que guste fuera, es que a mí me llena mucho. Ahora acabo de terminar una novela apasionante, que me he tirado un año escribiendo. Una historia de ficción, donde puedes ser todo al mismo tiempo. Es muy sexi lo de poder ser el malo, hasta ahí puedo leer. En el libro salen escenas de Marbella, del Campo de Gibraltar y del pueblo gitano que me fascina todas sus costumbres. En esta novela buscamos el duende”.
Que no me llamen princesa
En la mayoría de los titulares de las revistas, María aparece como: “La princesa Gitana” y la aristócrata aprovecha la entrevista que le hace este medio, para precisar que: “Detesto que me llamen la princesa Gypsi. Yo no soy princesa de nada, Me molesta que se mencione constantemente lo de, “…mujer de…” Flaco favor se le hace a las mujeres. Mi marido Pablo es maravilloso y tiene linaje y un apellido. Pero yo soy yo y hago cosas por mí misma. No me gusta que me enmarquen y lo hacen. Pablo me dice a veces: fíjate antes María era mi mujer pero ahora yo soy el marido de María”. Otro de los bulos que quiere desmentir es su duquesado de Tarifa “No se tampoco de donde lo han sacado. Porque ponen que soy duquesa de Tarifa, y tampoco lo soy. A mí no me define un título nobiliario. Los títulos nobiliarios son como un recuerdo de familia. Está bien, pero soy más que eso: soy independiente emprendedora y no quiero título”.
Precisamente este año, se celebra el centenario del nacimiento del príncipe Alfonso de Hohenlohe, familiar de su marido y le preguntamos lo que significo este noble para Marbella: “El príncipe hizo de esta ciudad, un sitio internacional. En un sitio sencillo, que tenía el «charman» de la sencillez, construyo todo su imperio. Ahora en Marbella, está todo lleno de Beach Club artificiales que no cabe ni uno más en la playa. La gente en Marbella vive hacia fuera, es la Marbella del champan y las bengalas, que ha traído un público que se tendría que depurar. Antes era un pueblo de pescadores que lo han borrado del mapa”. A María le encanta el espíritu del hijo de Alfonso de Hohenlohe, Hubertus: “Porque es un transgresor creativo que no para de hacer cosas, toca todos los palos del arte, y todo lo borda. Está bien que reivindique la imagen de su padre porque hay mucha gente que se ha aprovechado de su estela”.
«El flamenco me ha enriquecido en valores»
La hija de los marqueses de Caicedo, marca un antes y un después desde que creo el Trocadero Flamenco Festival: “Es la cuarta edición, hacemos un poco de todo, también música pop. Y además de Sotogrande en otoño lo vamos a llevar a Trocadero Casa de Botes en Málaga, para extender el festival. María nos recuerda los orígenes: “nos embarcamos en este proyecto en la Navidad del 2020, a raíz de preparar cestas para los flamencos que estaban en paro por la pandemia. Así empezó a gestarse la idea del primer festival. Y Dionisio Hernández Gil, amigo mío desde la infancia, ambos somos extremeños y nos criamos juntos, nos brindó su espacio, de Trocadero Sotogrande, nos regaló botellas de vino para aquellas cestas y siempre con su deseo de apoyar a la cultura, ha permitido llevar adelante esta IV edición del Trocadero Flamenco Festival que iniciamos este verano. La cita musical ya se ha puesto a la altura de prestigio de festivales tipo, Marenostrum o Starlite”. El evento, que se celebra del 3 de agosto al 23 de agosto constará de espectáculos con gente como Pitingo, Gypsy King, “Rebobina: Rafa de la Unión Modestia Aparte y Javier Ojeda”, El Marsellés, Cotí, Fonsi Nieto, que amenizarán las noches veraniegas de la exclusiva urbanización de la localidad gaditana de San Roque. “Repito que tengo la suerte de tener un amigo como Dioni que me lo pone tan fácil. Queríamos crear la sensación de algo selecto. Como aquellas fiestas glamourosas de antaño que se hacían en las localidades de la costa y creo que lo estamos consiguiendo, son ganas de honrar la cultura y la música como alma de una sociedad vibrante. Lo nuestro es muy natural muy familiar tiene mucho “charman”. Es como de andar por casa”. Lo mejor de esta iniciativa, es que también se ha involucrado en el proyecto su esposo Pablo de Hohenlohe, en el tema de la creatividad y del escenario: «En esto somos una piña. Pablo tiene el don de ser muy creativo y nos complementamos muy bien. Él ha hecho los logos del festival. Veintidós años de matrimonio da para mucho. Tenemos una relación muy de amigos y cómplices. El hecho de habernos mudado a vivir a Marbella de Madrid y que estuviéramos solos aquí, nos ha hecho muy compañeros, y la verdad es que nos compenetramos muy bien».
El cáncer me lo ha dado todo
A María le diagnosticaron un cáncer de mama hace 14 años. Y eso le hizo replantearse su modo de vivir. Entonces, con solo 32 años, su vida dio un cambio. La aristócrata, licenciada en Arte, dirigía en esas fechas, la firma francesa Chloé, y tenía boutique propia en Puerto Banús. Lo dejo todo y dedico el tiempo a su sanación. “A mí me trajo tantas cosas buenas el cáncer, que lo tengo que agradecer. Si ahora hago lo que más me gusta, es gracias a la enfermedad y me lo tengo que recordar constantemente. Cuando voy a los chequeos, algo que odio, me acerco al médico y tiemblo. Miras su cara intento adivinar lo que ve en las pruebas, porque siempre está ahí la espada de Damocles”. María subraya que: “Me recuerdo muchas veces que tenemos que vivir con la muerte aquí en el hombro. Muchas veces, el miedo a la muerte, es el miedo a la vida a marcharte sin haber hecho los deberes. La enfermedad me enseño a dejarlos hechos: cantar si me gusta cantar, escribir si me gusta escribir. Morirte sin haber hecho tu propósito es triste”.
Cecilia y Allegra (despiece)
María, hija de los marqueses de Caicedo, vive ahora en una exótica casa de campo en Istán, localidad próxima a Marbella, que alternan con estancias en Madrid para estar con sus hijas. «Nos encanta vivir en el campo, aquí en nuestra casa de Istán, rodeados de plantas y animales”. Fruto del matrimonio de María Prado y Pablo, nacieron Celia y Allegra. “A mis hijas les digo que hagan cosas que se nutran por dentro. Mis hijas son maravillosas, son estupendos muy creativas. Cecilia canta. Compone pop, está en Escocia estudiando y tiene un módulo de música y siempre práctica. Tiene una voz preciosa y le encanta la música tanto como a mí. Está a caballo entre Inglaterra y Madrid. La mayor, Alegra, se parece más a su padre, es muy creativa estudia Comunicación y Marketing digital. La verdad es que son dos niñas fantásticas. Muy trabajadoras y luchadoras». De su madre han heredado la práctica de la espiritualidad y el ‘mindfulness’: «Yo siempre les digo que hay que vivir el momento presente con ojos de principiante, estar atento en cada momento a lo que estamos haciendo. Porque a veces sin darnos cuenta, siempre nos vamos al pasado o al futuro, pero no disfrutamos el presente. Nos olvidamos de sentir esas cosas diarias tan lindas, y es lo que he intentado inculcarles también a mis hijas: que no se pierdan la vida anticipando y haciendo suposiciones. Hay que ser feliz con lo que va viniendo porque nada es lineal».
Las dos hijas de María y Pablo Allegra y Cecilia de Hohenlohe, fueron las dos damas de honor de la gran boda Medinaceli, de Sol Medina. “Ellas son niñas humildes … Ellas nos han visto que la hemos criado en un mundo normal, donde ven el esfuerzo que hacemos para mandarlas a buenos colegios y que todo nos cuesta mucho, pagar la hipoteca, y llevar una vida de constantes esfuerzos. Eso les hemos inculcado”. Su madre nos resalta las cualidades de su hija mayor: “Alegra dibuja a lápiz, lo ha heredado de su padre, estudia comunicación y ahora para sacarse un dinerillo esta hace retratos. Le digo siempre que trabajen en lo que les gusta, porque así el trabajo será una bendición. ¿Os ha dibujado ya? Jajá no…aun no nos ha pintado ni a mí ni a Pablo, a su hermana Cecilia sí. Crear es una meditación activa me gusta verlas a una con el piano, y a la otra pintando.